El manifiesto de Port Huron

Al investigar sobre el origen de la política grassroots (política de bases), es normal encontrarse con referencias al Manifiesto de Port Huron, publicado el 15 de junio de 1962 por la organización Estudiantes por una Sociedad Democrática (la foto de arriba es del día en que dichos estudiantes se reunieron y lo publicaron).

Dicho manifiesto está basado en textos previos de Tom Hayden, que es uno de los personajes principales en la película “Los siete de Chicago”, interpretado por el actor Eddie Redmayne (el mismo que interpreta a Newt Scamander en Animales Fantásticos).

El Juicio de los Siete de Chicago. Película imperdible y disponible en Netflix

¿Cuál fue la influencia del manifiesto de Port Huron en el desarrollo de la política grassroots? ¿Una vuelta a dicho manifiesto puede ser una manera de refrescar el progresismo político que a veces ya no es más que brigadeo y “buenpedismo“? ¿Cómo podemos hoy proponer una nueva forma de vivir y de entendernos como personas?

La parte grassroots

El documento completo del manifiesto de Port Huron es toda una agenda para una generación y trata sobre un gran número de problemáticas y posturas. No todo se relaciona a la creación de una nueva forma de hacer política o eso que fue parte importante de la base del movimiento grassroots.

El cacho del texto que sí es un gran fundamento de los movimientos grassroots comienza con una nueva concepción de las personas, a partir de la cual es posible concebir que la manera en que esas personas participan en/de la política puede ser el remedio de la mayoría de los males a los que se enfrenta la sociedad.

No hay traducciones oficiales al español del manifiesto de Port Huron, así que la traducción de la siguiente porción de dicho texto es mía:

"Consideramos a la personas como infinitamente preciosas y poseedoras de capacidades insatisfechas para la razón, la libertad y el amor. Al afirmar estos principios, sabemos que estamos quizá contradiciendo la concepción dominante de la persona en el siglo 20: que es una cosa para ser manipulada y que es inherentemente incapaz de dirigir sus propios asuntos. Nos oponemos a esa despersonalización que reduce al ser humano al estado de las cosas —en todo caso, la brutalidad del siglo 20 nos enseña que los medios y fines están íntimamente relacionados, así como que los llamados vacíos hacia un mañana no pueden justificar las mutilaciones del presente—. También nos oponemos a la doctrina de la incompetencia humana, pues descansa esencialmente en el hecho moderno de que las personas han sido "competentemente" manipuladas hacia la incompetencia —vemos muy pocas razones de por qué las personas no pueden enfrentar con habilidades crecientes las complejidades y responsabilidades de su situación, si la sociedad se organiza no hacia la minoría, sino hacia la mayoría, para participar en las decisiones—.

Las personas tienen mucho potencial para cultivarse, autodeterminarse, entenderse a sí mismas, ser creativas. Este potencial es el que concebimos como crucial y al que apelamos; no el potencial de la humanidad para la violencia, la sinrazón, la sumisión a la autoridad. El objetivo de la persona y de la sociedad debe ser de independencia humana: el interés no con la imagen de popularidad, sino con encontrar un sentido de vida que sea personalmente auténtico; una capacidad de la mente para dejar de ser conducida compulsivamente por un sentido de impotencia, ni que adopte los valores del estatus, ni que reprima las amenazas hacia sus hábitos, sino una capacidad mental que tenga completo y espontáneo acceso a las experiencias del presente y pasado, que fácilmente una las partes fragmentadas de la historia personal, que se enfrente abiertamente a los problemas que le preocupan y que siguen sin resolverse; una capacidad mental con una conciencia intuitiva de las posibilidades, un sentido activo de curiosidad, así como una habilidad y voluntad para aprender. 

Este tipo de independencia no significa egoísmo individualista —el objetivo no es que cada quien se salga con la suya, sino que cada quien tenga un camino que lo haga propio—. Tampoco idealizamos a la persona, simplemente tenemos fe en su potencial. 

Las relaciones humanas deben involucrar fraternidad y honestidad. La interdependencia humana es un hecho contemporáneo; la hermandad humana debe ser deseada, como una condición del sobrevivimiento futuro y como la mejor manera de crear relaciones sociales. Las conexiones personales entre personas son necesarias, especialmente para ir más allá de los lazos funcionales, parciales y fragmentados, que unen a las personas sólo como relaciones de trabajador con trabajador, empleador con trabajador, profesor con alumno, estadounidense con ruso. 

La soledad, el alejamiento, el aislamiento; describen la gran distancia entre las personas de la actualidad. Estas tendencias dominantes no pueden ser vencidas por un mejor manejo del personal laboral, ni tampoco pueden ser mejoradas por aparatos, sino solo cuando el amor a la persona supere la idolatría de esa persona hacia las cosas. 

Así como afirmamos que el individualismo que proponemos no es egoísmo, el altruismo desinteresado que proponemos no es la auto-eliminación. Al contrario, creemos en un tipo de generosidad que imprime las cualidades únicas individuales en relación con las demás personas y con todas las actividades humanas. Además, el estar en contra del aislamiento no es estar a favor de la abolición de la privacidad; pues tal privacidad se distingue del aislamiento porque sucede por voluntad de cada persona. Finalmente, proponemos reemplazar el poder y la individualidad que nace de las posesiones, el privilegio y las circunstancias, con un poder e individualidad que nazca del amor, la reflexión, la razón y la creatividad. 
 
Como un sistema social, buscamos establecer una democracia de participación individual, gobernada por dos objetivos principales: que el individuo sea parte de la toma de decisiones sociales que determinan la calidad y dirección de su vida; que la sociedad se organice para fomentar la independencia de las personas y provea los medios para la participación común. 

En una democracia participativa, la vida política debería estar basada en los siguientes principios: 

» Que la toma de decisiones sobre cuestiones que tengan consecuencias sociales básicas, se lleve a cabo en grupos públicos locales. 

» Que la política se vea de forma positiva, como el arte de crear colectivamente un patrón aceptable de relaciones sociales.

» Que la política tenga la función de sacar a la persona del aislamiento, hacia una comunidad; haciéndose necesaria, aunque no suficiente, para que el individuo encuentre sentido a su vida personal. 

» Que el orden político sirva para clarificar los problemas en una forma que sea instrumental a su solución; proveyendo caminos para la expresión de quejas y también para las aspiraciones. Las visiones opuestas deben organizarse para iluminar las decisiones y facilitar el alcance de metas; los espacios de participación deben estar disponibles para relacionar a las personas con el conocimiento y con el poder, de tal forma que los problemas privados —desde infraestructura recreativa en mal estado, hasta la alienación personal— se puedan formular como problemas generales."

Antes que nada, debo ser transparente respecto de mi perspectiva sobre el manifiesto de Port Huron. Muchas personas quizá propondrían que la parte de dicho manifiesto que se relaciona con la política grassroots comienza en el párrafo siete del fragmento que traduje; en el cual se propone el sistema social democrático de participación individual. Sin embargo, considero que tal propuesta no puede separarse de su antecedente inmediato, que es la visión de un nuevo concepto de persona (los párrafos anteriores a ese).

Dicho eso, los puntos que destaco y con los que entiendo la política grassroots son los siguientes:

  • El rescate de la política y el rescate de la persona están relacionados.
  • Encontrarle sentido a la vida pasa por la creación de tejido social.
  • Cuando nos articulamos con nuestros vecinos —u otras agrupaciones como sindicatos, comités, equipos deportivos, grupos de actividades culturales, etc.—, accedemos a un espacio en donde encontramos un propósito que guíe nuestras vidas, para salir de la soledad y el aislamiento personal.
  • Esas agrupaciones suelen conocer mejor que el gobierno las problemáticas que enfrentan de forma directa.
  • Es clave en el proceso de participación —de luchar contra la apatía— que la articulación de soluciones para las problemáticas a las que se enfrentan esas agrupaciones provenga de las mismas agrupaciones.
  • La persona tiene que dejar de ser vista como un objeto al que hay que convencer, viéndola mejor como el infinito mar de posibilidades que existen dentro de la condición de existencia del ser humano.
  • La narrativa pública pasa por ese potencial infinito, encontrando nuevos paradigmas de cómo ser personas, para guiar a las que sigan en el aislamiento y llevarlas a un espacio mejor, de una humanidad recreada.

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