La función determinante del posesivo

Bloguear es una forma de entender la realidad y hoy quiero entender si es un error considerar que el adjetivo posesivo sólo indica una relación de posesión y no cualquiera de las demás funciones determinantes.

Este error sucede cuando consideramos que si alguien se refiere a nosotros como “mi amigo”, está queriendo decir que somos su posesión (como decir “mi coche” o “mi casa”).

En mi adolescencia mi primer grupo de música se enfrentó a este problema cuando el bajista se ofendió de que varios nos refiriéramos a él como “mi” o “nuestro” bajista.

Los determinantes

Lo primero que hay que entender es que los adjetivos posesivos son parte de un grupo más grande de palabras que se suelen llamar “los determinantes”, pues determinan al sustantivo y suelen ponerse antes o después del mismo. Por ejemplo, ante el sustantivo “casa” podemos determinarlo de las siguientes formas:

  • Esta casa (determinamos que es ésta, la que está enfrente)
  • Aquella casa (determinamos que es aquella, la que está más allá)
  • Mi casa (determinamos que nos referimos a la propia)
  • Su casa (determinamos que nos referimos a la de alguien más)
  • Alguna casa (indeterminamos al sustantivo, no sabemos cuál casa)

Como se puede ver en estos ejemplos, la función determinante precisa, limita y concreta el significado de aquello que queremos expresar. Nunca es su función apropiarse de un objeto o posesionarse sobre el mismo (como un perrito marcando su territorio), sino posibilitar que quien nos escucha pueda entender el significado del sustantivo y todo lo demás que le queremos decir.

También podemos darnos cuenta que los determinantes no sólo denotan posesión. En el ejemplo anterior, el adjetivo “aquella” es un adjetivo demostrativo que denota el espacio que hay entre el sustantivo y la persona que lo está usando.

El adjetivo posesivo y la realidad

En la escuela nos enseñaron que los adjetivos se dividen en muchas clases y que una de ellas son los posesivos: mi, mis, mío, tu, tus, tuyo, tuyas, su, suyos, etc.

También nos enseñaron que la función de los adjetivos posesivos es comunicar la posesión sobre algo, o sea, dejarle saber a alguien que cierto sustantivo es nuestro.

Eso es un error, pues en la realidad los adjetivos posesivos son usados para indicar otras relaciones entre el sustantivo y el hablante que nada tienen que ver con la posesión.

Por cierto, considero que esto es un error de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) pues al adaptar su taxonomía y reglas a la realidad social del lenguaje, no ha terminado de reflejar los múltiples usos que le damos a la lengua y su gramática. Sobre esto último, hay que recordar que la RAE no inventa nuestro lenguaje, eso lo hacemos los hablantes. La RAE simplemente crea una teoría y reglas que expliquen cómo es que usamos dicho lenguaje.

Es cierto que los adjetivos posesivos suelen indicar posesión. Cuando uno dice “mis zapatos”, claramente está diciendo que son suyos. Pero no es lo único que un adjetivo posesivo puede expresar y definitivamente no es lo único para lo que los usamos. También pueden usarse como un determinante en su más puro sentido para indicar (modo indicativo de la lengua española) una relación fáctica.

Modo indicativo vs. subjuntivo

Esto que acabo de decir es complejo, así que vale la pena hacerlo más simple. El modo indicativo de la lengua española es el que usamos a diario cuando lidiamos con la realidad (ej: “mañana es lunes”). Nos referimos a hechos reales que existen independientemente de si nos referimos a ellos (no los cambia la forma en que hablamos de ellos) y nuestra gramática funciona para que podamos comunicar a los demás cuestiones relacionadas a tales hechos reales.

Sólo para contrastar y entender mejor qué es el modo indicativo, su contrario es el modo subjuntivo que se expresa para lidiar con la “irrealidad“; para hacer conjeturas o expresar deseos. Por ejemplo, la frase: “si hubiera entendido lo que ella quería, quizá no la hubiera lastimado”.

El modo indicativo en nuestra lengua expresa la realidad y la relación entre los distintos puntos de dicha realidad. No indica anhelos (como el ejemplo subjuntivo anterior) sino las cosas que son. Por ejemplo, la frase “mi hermana nunca se baña” expresa a través del modo indicativo la triste realidad de mi hermana la mayor que rara vez es diligente con su aseo personal. La frase “ojalá mi hermana se bañe más seguido” expresa a través del modo subjuntivo la esperanza —irreal— de que algún día ella corrija el camino.

Los demás modos indicativos del adjetivo posesivo

El adjetivo posesivo, cuando indica una relación personal del sustantivo con nosotros mismos, sólo está determinando el significado de dicho sustantivo, no trazando un discurso sobre nuestras posesiones ni mucho menos demostrando apegos personales con dichos sustantivos.

Decir “mi hermana la que no se baña” no significa que yo sea dueño de mi hermana, sino sólo significa que estoy tratando de indicarle al receptor de mi mensaje a cuál hermana me refiero: a la mayor, pues la más chica sí tiene hábitos de aseo personal normales.

La realidad es que usamos al adjetivo posesivo para muchas más cosas que para indicar la posesión sobre algo. Lo usamos también para indicar la relación que tenemos con el sustantivo, la que sea de los millones de tipos de relación que podríamos tener.

Por ejemplo, cuando quienes sabemos de futbol decimos “mis águilas son lo mejor de la liga”, de ninguna forma estamos diciendo que somos dueños del mejor equipo de futbol de la historia, sino simplemente que somos sus fieles seguidores hasta las últimas consecuencias.

Es ahí en donde está el error de la RAE, pues ante usos del adjetivo posesivo que no indican posesión, no ha cambiado sus reglas y categorías para que las personas no se tomen muy literal el nombre de la categoría y piensen que al usarlos están haciéndose pasar por dueños.

Corolario

Una vez le pregunté al susodicho bajista cómo debía referirme a él, a lo que me contestó: “el bajista con el que hago música y tengo un grupo”.

Ni siquiera puedo imaginarme la cara de enfado de mi hermana si un día me refiero a ella como “la mujer que es mi hermana y no se baña”. No sólo suena absurdo usar tantas palabras, además sugiere una lejanía con el sustantivo por usar el artículo definido “la”.

La realidad es que usar el adjetivo posesivo es una forma más eficiente y personal de indicar la relación que tiene el sustantivo con nosotros, para determinarlo de forma clara.

Y entonces sí, que cuando me refiero al sustantivo “madre”, las personas puedan entender que estoy hablando de “mi —muy querida— madre” y no de alguna de las mil otras formas del sustantivo madre que nuestra mexicanidad ha creado. Ejemplos: “una madre”, “en la madre”, “pura madre” y tantas determinaciones más.

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