Notas hacia el 2024

“Y quien se acerca, se enciende.”

— Eduardo Galeano

Andaba el otro día imaginando un cuento en mi cabeza…

Trataba sobre un castor que tenía a su cargo la represa más importante de un bosque; pero que estaba obsesionado con mudarse a otra que le parecía más valiosa.

En este cuento el castor no sabe que la represa que ya tiene a su cargo es la más importante para su comunidad, quizá por eso es que está tan obsesionado por mudarse a otra que le parece más vistosa e imponente. Ese aprendizaje — de valorar lo que ya tenemos y trabajar en ello— sería el climax y moraleja de este cuento aún no escrito.

El problema del castor

Muchos aspectos de la vida muestran semejanza con el problema de nuestro querido castor. ¿Cuántas cosas no dejamos de disfrutar en el presente por estar pensando en el futuro? ¿Cuántas veces ha resultado ser mejor lo que ya tenemos que aquello que quisiéramos tener?

¿Acaso no nos ha pasado que, por estar esperando una fecha o un evento, ponemos deseos o espacios de nuestra vida en pausa; guardamos nuestras pasiones en el buró; posponemos ese reto de aprender algo nuevo o de mejorar nuestra salud? ¿Será que nuestro alto-castor nos quiere enseñar algo más con su historia?

Cuando pienso en el 2024, no puedo dejar de pensar en todo esto. ¿Cómo podemos poner en perspectiva esa elección próxima para que deje de ser el fin y se convierta simplemente en otro paso de la construcción del presente?

Lecciones aprendidas

El 2021 tuvo lecciones dulces y un buen número de tristes. Pero hoy, a punto de salir de los graves problemas que trajo ese año, mi mente ya sólo está enfocada en las cosas buenas:

» La verdadera política es amistad. Antes yo hubiera dicho que tejido social, pero hoy entiendo que eso es la consecuencia; la causa es la amistad.

» El cambio debe surgir primero en la sociedad, para que entonces verdaderamente se gane una campaña.

» Podemos comenzar a cambiar la realidad ahora mismo, dándole una perspectiva social a nuestra vida; sin necesidad de esperar a que llegue la siguiente época electoral.

» Perder una campaña es un buen resultado si al perderla despertaste un fueguito en la mente de las personas.

» El mejor gobierno que merecemos sucederá cuando esos fueguitos se conviertan en un incendio.

Esa es la campaña que quiero ganar; no la que gane una persona, sino la que ganemos todas. Y pues como decía Jose Alfredo: no hay que llegar primero, hay que saber llegar.

La carrera a la alcaldía

En mi bello San Miguel de Allende veo dos opciones para mí: reiterar la intentona al congreso o por fin optar por la carrera a la alcaldía.

Últimamente amistades y clientes del despacho se imaginan conmigo los caminos que nos lleven al H. Ayuntamiento, sobretodo por la urgente necesidad de re-imaginar el cabildo.

El argumento que suelen esgrimirme es que en esta elección anterior, si me hubiera lanzado por la alcaldía en lugar de la diputación local, con los votos que sacamos hubiéramos obtenido una regiduría. Por lo tanto, concluyen que en la siguiente elección podríamos aspirar a eso o más.

Y tienen razón. Pero también es cierto que de los movimientos de candidaturas independientes del pasado no se destaca una sola historia de éxito en el campo de las regidurías; sólo parecen tener éxito en tanto ganan la posición de alcalde (por ejemplo: Miguel Treviño en San Pedro, Nuevo León).

Incluso Pedro Kumamoto, que nació en una candidatura independiente y enarbola los sueños de un grupo de ciudadanos que fundaron Wikipolítica y posteriormente el partido local Futuro Jalisco; tras quedar en tercer lugar en la pasada elección por la alcaldía de Zapopan, hoy se encuentra como regidor, inundado y un tanto opacado por la estorbosa grilla de los partidos políticos.

Y si bien sí es posible ganar la alcaldía por nuestra vía apartidista, tal victoria debe construirse como un reloj, con una precisión artesanal y científica en cada pieza, en el tiempo justo y exacto. Ni un minuto antes.

Pero si el objetivo es lograr el cambio social, si dejamos de hablar sobre llegar y comenzamos a hablar sobre cambiar la realidad, ¿qué papel deben tener el alcalde y sus regidores? ¿Se puede lograr ese cambio social simplemente cambiando al de arriba? Y si no se gana la alcaldía, pero se ganan un par de regidurías, ¿cómo podemos convertirlas en herramientas de amistad y reconstrucción del tejido social?

La carrera al congreso

En cuanto a volverme a lanzar a la diputación, significaría enfocarse en seguir despertando a las personas en una campaña de múltiples ciudades y menos golpeteo —y eso sería todo un alivio, pues la campaña a la alcaldía siempre es un cochinero de adjetivos y acusaciones—.

También es cierto que esa campaña es una apuesta todo o nada, pues no hay regidurías cuando se pierde una campaña a diputación. Aunque personalmente creo que tras una campaña que impacte y genere una intensa reflexión ciudadana, siempre existen múltiples espacios de cambio social que se pueden ocupar —incluso sin ganar la elección—.

Sólo por poner un ejemplo de esto, mi participación en la televisión local se dio a partir de la pasada campaña y lo crítico que fui con el poder (el programa al que me invitó Lucy Nuñez era de análisis político). En el mismo sentido, el reciente crecimiento de mi despacho y su nueva ala de derecho social sólo existen porque caminamos las calles y vimos de frente los problemas de las personas.

Otro aspecto positivo de una intentona al congreso es que parece que el distrito federal y el distrito local van a quedar juntos, lo cual me permitiría lanzarme a la Diputación Federal e impulsar a otras candidaturas independientes en la local y en todas las alcaldías que me toquen (Celaya, Comonfort, San Miguel de Allende y San José Iturbide).

Esto último resultaría en la amplificación del mensaje de cambio social, eso de prenderle un fueguito a las personas en su mente. ¿Será ese el objetivo del hoy, del que el mañana no es más que otro paso?

Me inundan las preguntas. ¿Se puede ganar cualquiera de esas carreras independientes? Y si no se pueden ganar, ¿podemos invertir la narrativa de que sólo ganando se gana? ¿Podré encontrar a más personas que estén listas para lanzarse en una candidatura para incendiar conciencias?

Mi personal represa

La parte más importante del cuento del castor me parece que es la dimensión personal, esa represa que somos nosotros mismos y nuestra circunstancia.

En 2021 casi quiebran mi despacho y todas las empresas de mi familia. Parte fue el COVID, parte fue un fraude que vivimos; pero todo se sacó de balance por la campaña y por cómo la elección se llevó toda mi atención y mi tiempo. Hay tanto que pude haber hecho mejor para que en mi familia no viviéramos lo que vivimos estos últimos 14 meses.

Hoy las cosas están mejor, el despacho volvió a nacer y con ese nacimiento muchas otras facetas de mi vida que no son el objetivo de este texto, pero que son sueños y proyectos personales que no pueden mantenerse en espera de que primero termine la construcción de un nuevo espacio político.

Así, ante un mañana inmenso, miro a nuestro querido castor con un increíble cariño, mientras imagino el día en que él y yo logremos comprender que el espacio que separa a su represa de la mía no es más que una ilusión, que todas en realidad son una y la misma.

1 comentario

  1. S octubre 10, 2022 at 1:58 pm

    👏🏻👏🏻👏🏻

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