Corazón espía

Cuando miro tus fotos se me llenan los pulmones de alegría. La cabeza se aligera, recupera su color el paso de los días. 

Las miro dos, tres, quinientas veces. Cada que el tiempo se pone monótono. Cuando la lista de pendientes asfixia. Cuando la vida pasa. Cuando las deudas pisan. 

Qué más da que me acusen de aferrado, que ya suelte. Que digan que debo continuar a lo que siga. Ya habrá tiempo para eso. 

A mí hoy me llena de esperanza andarte espiando. En tus aventuras diarias. En esas reflexiones tan absurdas que te van pasando. Qué bonito es quererte tanto. 

Y si la tristeza toca a mi puerta o pide cita en mi despacho, una escapadita a tus publicaciones y si entra, ya es amiga espiándote a mi lado.

Qué más da que sonrías acompañada de alguien más y duela entonces un poco el estómago. Que el tiempo haya puesto todo en su lugar; tú allá y yo acá. Si hasta si me miras mal, el cariño no me para de brotar. 

Cuando miro tus fotos se me llenan los pulmones de alegría. Poco importan la distancia, el olvido, los silencios. Incluso ausente y tan lejana, la cabeza se aligera, recupera su color el paso de los días.

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