En Estados Unidos en 1962, los miembros de la asociación civil, Estudiantes por una Sociedad Democrática, se reunieron en su primera convención nacional. La foto que se muestra en este artículo es de dicha convención y cada vez que la veo me quedo pensando en lo cércanos y sencillos que se ven todos esos estudiantes universitarios; tan similares a todos quienes somos o hemos sido estudiantes.
En esa convención nacional publicaron un escrito conocido como el Manifiesto de Port Huron en donde los sueños de toda una generación estudiantil quedaron plasmados y listos para ser perseguidos por numerosas personas que en ellos se vieron reflejadas.
¿Qué dice el manifiesto? Montones de cosas. Habla de valores humanos, de la posibilidad de una agenda para el cambio, de ecología, de política, del individuo, del ser, de todo. Es en verdad un increíble texto que lamentablemente sigue sin ser traducido al español (algo que hace cuatro o cinco años intenté hacer y me perdí en el intento).
De todo el texto se hizo popular un pequeño listado sobre lo que la política debe ser. La cita dice lo siguiente:
“En una democracia participativa, la vida política debe basarse en varios principios de raíz:
- que las decisiones que tengan consecuencias sociales deben ser tomadas por grupos públicos;
- que la política debe ser vista de forma positiva, como el arte de crear colectivamente un patrón aceptable de relaciones sociales;
- que la política tiene la función de sacar a las personas del aislamiento y meterlas en su comunidad, por lo tanto siendo un necesario, pero no suficiente, método para encontrar sentido a la vida;
- que el sistema político debe servir para clarificar los problemas en una forma instrumental a su solución…”
Esos principios de raíz son los que dieron pie a lo que se conoce hoy como “grassroots” (raíces de pasto), que suele ser malinterpretado como la política que utiliza grupos locales; pero que en realidad significa la política que toma en cuenta los referidos cuatro puntos del Manifiesto de Port Huron.
Mi manera de explicar todo lo anterior es la siguiente: la política debe ser un comportamiento colectivo y fuertemente local, de tal forma que desde cada localidad se clarifiquen los problemas que vivimos y se instrumenten entonces las posibles soluciones, generando a la par un efecto de integración y tejido social que remedie la soledad y la angustia que sentimos todos.
En palabras más simples, grassroots significa la creación de grupos locales que vayan encontrando la solución a los problemas que enfrentan en sus comunidades, para que a la par se vayan articulando con otros grupos similares y generen cambios que lleguen mucho más allá de lo local. Es decir, es la visión opuesta a la política de las cúpulas, que piensa que el cambio sucede de la élite hacia las masas.
Por qué esto debe transformarse en una tendencia económica
Uno de los problemas que tiene la política grassroots es que es política y eso suele alejar a muchas personas que consideran la política como un mal social o como una pérdida de tiempo. Muchos individuos preferirían utilizar su tiempo en actividades distintas a cuestiones políticas.
En cambio, todos vivimos enfrentados a nuestra propia realidad económica. Nuestros ingresos y nuestro consumo se ven día con día afectados por fuerzas invisibles que generalmente no podemos comprender y que definitivamente hoy por hoy no podemos influenciar. Un día suben los precios y nada podemos hacer, otro día vuelven a bajar y ni siquiera sabemos por qué.
Mucho de este fenómeno económico se da porque estamos desconectados de los demás, porque en nuestro aislamiento perdemos la información que nos hubiera sido util para poder no sólo enfrentar sino influenciar al fenómeno económico que nos afecta. Es lo que los economistas llamamos información asimétrica de las curvas de demanda y oferta.
Un ejemplo sencillo me pasa seguido cuando me entero lo que cobra mi competencia por hacer algo similar a lo que hago yo, sobretodo si me entero que yo cobro mucho menos. El aislamiento entre profesionistas es una de las principales razones por las cuales los precios son tan distintos: no nos gusta compartir unos con otros la información de nuestras tarifas y eso no siempre nos hace bien. Otro ejemplo es cuando los consumidores no saben el costo de un producto. Por ejemplo, yo hace unos días compré seis metros cúbicos de arena para concreto y pagué casi el doble por no saber a cuánto se suele vender dicho material (un amigo constructor fue justo el que me hizo ver que me habían estafado).
Lo que estoy tratando de exponer es que la política grassroots propuesta en el Manifiesto de Port Huron pudiera convertirse mejor en una economía grassroots si imaginamos lo siguiente:
- que la economía sea discutida en grupos públicos, entre más locales mejor (por ejemplo, fragmentados hasta el nivel de las colonias de las ciudades).
- que las interacciones económicas sirvan no sólo para eficientar nuestro gasto sino para crear mejores relaciones sociales (por ejemplo, hacernos amigos de nuestros proveedores locales).
- que estas interacciones económicas desde lo local sirvan para sacarnos del aislamiento hacia la integración de la comunidad (por ejemplo, la creación de cooperativas que generen sentido común a sus miembros y a sus clientes).
- que nuestros problemas económicos sean compartidos entre los mismos grupos locales para encontrar con ellos la soluciones a dichas problemáticas (por ejemplo, que encontremos nuevas maneras de intercambiar productos o servicios desde dichos grupos locales) .
Y claro que este tipo de integración económica pudiera finalmente tener consecuencias políticas, pero antes de llegar a ese punto debería primero mejorar la situación económica de los individuos de a pie, lo cual no sólo es deseable, además los logros son fácilmente medibles y verificables.