“Bloguear es una forma de hacerme más inteligente”
—Chris Anderson
Aarón y yo llevábamos unos meses de conocernos y ya teníamos una compañía de diseño web y un contrato con Televisa. Él quería comprarse un iPod de los rojinegros de U2 con nuestro primer pago, yo sólo quería cubrir mi siguiente colegiatura. Estábamos en primer semestre de mi primera carrera en la Ibero y mi socio era simplemente la persona más fantástica que había conocido.
Por esas épocas abrí mi primer blog. Él era mi único lector, pero jamás se perdía alguna de mis tonterías. Desde entonces, nunca he dejado de sentir cosquillas en el estómago cuando escribo algo para un blog (propio o ajeno). Son quizá añejos vestigios de tiempos perdidos o quizá la duda de si él, en donde quiera que se encuentre, aún puede leerme.
En ese momento yo no sabía cómo titular a la primera entrada, así que le puse de título “Uno”. He pasado por muchos blogs desde entonces, borrado unos y reecontrado otros, y cada que inicio, la primera entrada es un pequeño texto para centrar mi cabeza y que suelo titular “Uno”.
Esta página personal ya tenía antes un blog con su propio pasado. Lo abandoné y abrí tantos otros, ya casi todos perdidos. Reencontrando este blog y reencontrándome, de sus viejos textos he seleccionado algunos que quiero que sigan disponibles. Fuera de dichos, esto es un nuevo inicio.
No tengo ni la menor idea de qué publicaré aquí. En estos tiempos es casi de abuelos ponerse a bloguear. Aún así, regresar a este ejercicio me emociona tremendamente. Ya veremos qué traerá el camino adelante.