Hoy renuncié a mi militancia de tantos años en el PAN; lleno de nostalgia. Los porqués se encuentran en mi carta de renuncia, que acompaño al pie. Pero quizá ahí no se encuentran todos los sentimientos y memorias. 

Cosas que hoy aparecen con tanta fuerza en mi mente, como el primer debate que me tocó ver al lado de mis padres, cuando Cevallos hizo pomada a Zedillo en el 94, así como el cierre de campaña del mismo Cevallos unos días después, que se convirtió en mi primera experiencia de participación política a los apenas 9 años. 

También mi coche tapizado con publicidad de Fox en el 2000 o las largas horas de estar vendiendo sus hebillas y demás parafernalia a la entrada de sus mítines para recaudar fondos para la campaña. Recuerdo también la del 2006, en los meses previos a iniciar mi carrera de Comunicación en la Ibero de la Ciudad de México. Ese primer semestre lo viví llegando a clases tras cruzar por la Av. Reforma tomada por Andrés Manuel. Eran días de bárbaras discusiones políticas en las aulas, discusiones que ahora hacen eco, reflejadas en la historia de estos últimos 12 años y en las tantas víctimas de la guerra contra el narco que inició Calderón. 

No se diga la campaña del 2012, que perdimos local y federalmente, pero en la que se abrieron muchos de los caminos que me hicieron en estos años estudiar Derecho y Economía en el ITAM e iniciar un despacho con los más increíbles abogados y amistades. 

Miro atrás y no hay dolor que le gane a la nostalgia, no hay queja que le gane a los buenos recuerdos. Las cuentas quedan parejas. A cambio de todas mis horas como voluntario y militante, el PAN me dio grandes lecciones; sobretodo a través de sus errores y sus recientes incongruencias. Eso es lo único que finalmente me llevo, el aprendizaje de lo que no debe hacerse y la esperanza de lograr hacer lo que sí se debería. Quizá así pueda ser cierto y decirlo sin que suene a hoja en blanco: que no me voy a ningún lado, tan sólo sigo llegando.

: : : : : CARTA DE RENUNCIA AL PAN : : : : :